Si realmente sentimos que somos creyentes, estamos obligados a hacer partícipes de nuestra fe a los demás. No debo apropiarme de Cristo, quedándonoslo únicamente para nosotros, sino que hemos de compartirlo con los demás, para que su mensaje nos enriquezca a todos y así hagamos realidad su reino entre los hombres. Y para que los otros puedan disfrutar también de la gracia que se nos da gratuitamente.
Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor – Santo Toribio de Mogroviejo
Los halagos de los hombres no deben ser nuestra preocupación nunca. Porque a quien tenemos que complacer es a ti, Señor nuestro.