Resulta muy fácil escabullirse entre las mentiras, las medias verdades y los silencios cómplices. Porque, a menudo por no decir siempre, decir la verdad conlleva costes de todo tipo: enfados, enemistades humanas, incomprensiones, perjuicios de todo tipo y hasta rechazos y condenas. Pero si realmente buscamos hacer el bien, que es para lo que hemos sido llamados, estamos obligados a decir la verdad en todo tiempo y lugar. Con respeto, con caridad.
Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario – San Gabriel de la Dolorosa
Las cosas que debemos hacer cada día, la rutina incluso de cada instante de nuestra vida, son el camino por el que