Cada instante, no solo cada día, hemos de vivirlo como si fuera lo último que se nos concede. Del pasado, solamente podemos pedir perdón por lo que pudimos hacer y no hicimos o por los errores que cometimos con nuestras meteduras de pata. El mañana no existe, por lo tanto, prescindamos de él y limitémonos a vivir cristianamente cada segundo, conscientes de que en cada tic tac nos jugamos nuestro futuro.
La fe en la vida eterna da al cristiano la valentía de amar aún más intensamente nuestra tierra y de trabajar por construirle un futuro, por darle una esperanza verdadera y firme – Papa Benedicto XVI
Para llegar a la plena unión con Dios, que se producirá tras dejar este mundo terrenal, debemos contribuir, con el esfuerzo del