Aunque la mayoría no seamos maestros de profesión, sí somos, como cristianos, educadores de los demás. Porque entre nuestros cometidos por ser cristianos está el de dar ejemplo, con nuestros actos y nuestras palabras, a niños y mayores. A los pequeños, principalmente, que aprenden bien de todo lo que ven. Sin duda alguna que, si nuestros comportamientos y dichos son los que un creyente debe tener y decir, haremos mella en ellos y conseguiremos que, cuando sean adultos, vivan felices y sean amigos de Dios.
El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer, pero no vivir de acuerdo con lo que se cree – San Antonio de Padua
Es más fácil decir a los demás qué tienen que hacer para ser mejores que dar nosotros el paso para intentar ser