Aunque la mayoría no seamos maestros de profesión, sí somos, como cristianos, educadores de los demás. Porque entre nuestros cometidos por ser cristianos está el de dar ejemplo, con nuestros actos y nuestras palabras, a niños y mayores. A los pequeños, principalmente, que aprenden bien de todo lo que ven. Sin duda alguna que, si nuestros comportamientos y dichos son los que un creyente debe tener y decir, haremos mella en ellos y conseguiremos que, cuando sean adultos, vivan felices y sean amigos de Dios.
Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él, amarle y ser amado de Él – Santa Margarita María de Alacoque
Sed mansos y humildes, nos dice el Señor. Para acercarnos a Él, hemos de dejar fuera de nosotros la soberbia, esa lacra