Una madre buena nunca defrauda a sus hijos. No los abandona, no los maltrata, no los guía por malos caminos… María, que es la mejor de las madres, nunca nos abandonará. Acudir a ella en todo momento, en las tristezas y en las alegrías, es asegurarnos su protección. Yendo de su mano, podemos estar seguros de que los peligros que nos encontremos serán apartados para así poder caminar en paz.
Puedes ganar más adeptos con una cucharada de miel, que con un barril de vinagre – San Francisco de Sales
Por la fuerza no se consigue convencer, sino imponer. Con la bondad, la mansedumbre, la humildad, y, sobre todo, con el propio