A menudo, nuestra lengua y nuestro comportamiento se muestran muy rápidos en enjuiciar lo que hacen los otros. Poca misericordia hay en nuestros corazones cuando nos lanzamos a descalificar a los que no están de nuestra parte, o no nos caen bien. No tenemos que ser jueces de los demás, sino solamente de nuestras propias acciones. Dejemos de repartir sentencias absolutorias o condenatorias a los que están en nuestro alrededor.
Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo – San Juan María Vianney (Santo cura de Ars)
Puede que a veces nos sintamos cansados de repetir las oraciones del rosario o que nos parezca su rezo algo monótono y