A los que queremos seguir a Cristo, no nos está permitido juzgar a los demás. Será Dios quien lo haga en su momento. Porque nosotros no somos quienes para dictar ninguna sentencia de culpabilidad. Si nos arrogamos un poder que no se nos ha dado, estamos actuando incorrectamente. Por desgracia, con demasiada frecuencia condenamos a los otros. Mejor sería que nos despojáramos para siempre de los ropajes de la soberbia que nos impiden ser buenos cristianos. No juzguemos el comportamiento de los otros.
María hace más simpático, más bello, más atrayente a Cristo – San Óscar Romero
María, madre de Cristo y madre de la iglesia de la que somos miembros, es la luz que nos alumbra cuando estamos