Salgamos de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios, que está presente en los hombres que nos rodean. Sepamos estar atentos a las personas que nos necesitan. Echemos una mano a quienes vemos débiles. Respondamos con una sonrisa a quien está triste. Compartamos nuestra mesa con los que tienen hambre de pan. Alentemos a los deprimidos. Acojamos a los que carecen de todo. Demos amor, sin quedarnos nada para nosotros.
¡Cómo paga el Señor la menor cosa que se hace por su amor! – Santa Maravillas de Jesús
No tengamos dudas: el Señor paga con creces. Siempre. Lo que hacemos por los demás, no queda sin recompensa. Nunca. Una palabra