Salgamos de nosotros mismos para ir al encuentro de Dios, que está presente en los hombres que nos rodean. Sepamos estar atentos a las personas que nos necesitan. Echemos una mano a quienes vemos débiles. Respondamos con una sonrisa a quien está triste. Compartamos nuestra mesa con los que tienen hambre de pan. Alentemos a los deprimidos. Acojamos a los que carecen de todo. Demos amor, sin quedarnos nada para nosotros.
Es feliz quien nada retiene para sí – San Francisco de Asís
Cuanto más nos desprendemos de las cosas que nos atan, mayor es nuestra cercanía a Cristo y mayor se hace nuestra dicha.