En la entrega total a quienes nos necesitan está la virtud del amor. Repartir lo sobrante o lo superfluo, ni nos transforma a nosotros ni resuelve el problema real del mundo que nos rodea y del que somos parte. Quien se dice creyente en Cristo no puede conformarse con repartir migajas, porque si no se está dispuesto a dar hasta la propia vida, no servirá de nada lo que se haga.
Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario – San Gabriel de la Dolorosa
Las cosas que debemos hacer cada día, la rutina incluso de cada instante de nuestra vida, son el camino por el que