Dios es Padre misericordioso en grado infinito. Está dispuesto a perdonar siempre, por muy grandes que sean nuestras infidelidades. No tengamos, pues, nunca miedo de acudir a Él cuando precisemos de su perdón. Tengamos la humildad suficiente para acercarnos a suplicarle que, como hijos pródigos, nos acoja, aunque sea en el último rincón. Confiemos en su bondad, porque, aunque nosotros le fallemos, Él nunca nos dejará tirados.
De nada debe huir el hombre prudente tanto como de vivir según la opinión de los demás – San Basilio el Grande
¡Cuánto mejor nos iría si viviéramos menos pendientes de lo que opinan los demás acerca de nosotros! A todos los niveles. Es