Dios es Padre misericordioso en grado infinito. Está dispuesto a perdonar siempre, por muy grandes que sean nuestras infidelidades. No tengamos, pues, nunca miedo de acudir a Él cuando precisemos de su perdón. Tengamos la humildad suficiente para acercarnos a suplicarle que, como hijos pródigos, nos acoja, aunque sea en el último rincón. Confiemos en su bondad, porque, aunque nosotros le fallemos, Él nunca nos dejará tirados.
Quien ama no siente fatiga, ya que el amor no conoce cansancio – Santa Magdalena de Canossa
Amar a los demás, como Cristo nos ha enseñado, es reconfortante. Nunca cansa. Al contrario. Infunde mayor vitalidad. Es como si cada