Sólo Tú, Señor, puedes transformar nuestros corazones para que sepamos vivir en paz, para que no tengamos miedo a ser delatados como siervos tuyos, para que la alegría de la fe en ti nos empape. Sólo Tú puedes liberarnos de las esclavitudes mundanas y de los egoísmos aniquiladores de la persona. Que perdamos el miedo a gritar con los niños judíos que acudieron a recibirte con palmas y ramos: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Que comprendamos que solo Tú eres la fuente de la que mana la alegría plena.
Para seguir fielmente a Jesús, pedimos la gracia de hacerlo no de palabra, sino con los hechos, y de llevar nuestra cruz con paciencia, de no rechazarla ni deshacerse de ella, sino que, mirándolo a él, aceptémosla y llevémosla día a día – Papa Francisco
Danos fuerzas, Señor Jesús, para aceptar nuestra cruz pacientemente. Que comprendamos que sin ella no seremos discípulos tuyos. La cruz destinada a