Somos propensos a culpar a los otros, eximiéndonos a nosotros mismos de toda culpa. Hasta en las más pequeñas cosas culpamos a los demás para liberarnos de la responsabilidad que nos concierne. ¿Es esto justicia? No, sino gran injusticia. Reconozcamos que somos culpables y asumámoslo con humildad. Mejor nos irá si dejamos de acusar a otros porque son nuestras obras, acciones u omisiones las que han de ser enjuiciadas.
Honra mucho a María. Es tu madre tan buena y cariñosa, que jamás dejará de velar por ti – Santa Teresa de los Andes
A veces nos comportamos como malos hijos de María. Creemos que alejándonos de ella estaremos más libres y seremos más felices. Craso