Somos propensos a culpar a los otros, eximiéndonos a nosotros mismos de toda culpa. Hasta en las más pequeñas cosas culpamos a los demás para liberarnos de la responsabilidad que nos concierne. ¿Es esto justicia? No, sino gran injusticia. Reconozcamos que somos culpables y asumámoslo con humildad. Mejor nos irá si dejamos de acusar a otros porque son nuestras obras, acciones u omisiones las que han de ser enjuiciadas.
La buena conciencia es tan alegre, que hace alegres todas las molestias de la vida – Fray Luis de Granada
La conciencia buena nos produce paz, interior y exterior, si actuamos conforme es nuestro deber como creyentes. Además de eso, nos sentimos