Nada tiene que ver la justicia de los hombres con la justicia de Dios. Los hombres condenamos, según las leyes humanas, a los que cometen delitos. Dios perdona siempre, porque su misericordia es infinita y escucha nuestras súplicas de perdón no una vez, sino todas las veces que acudimos a Él con humildad. De Él nada tenemos que temer porque su amor es inmenso y le llevó a sacrificar a su propio Hijo por nosotros.
Ejerciten siempre la caridad, pero háganlo con entusiasmo. No se hagan nunca llamar dos veces, estén siempre listos – San José Benito Cottolengo
No es admisible practicar la caridad con tristeza. Ni con desgana. Ni por compromiso social. Hay que poner en ello alegría, ilusión,