Practicar la caridad con quienes nos rodean requiere que seamos capaces de mostrarnos correctamente con ellos hasta en las cosas más triviales. Porque la auténtica caridad no consiste en actuar heroicos en determinados momentos, sino comprensivos, educados y serviciales permanentemente. Un gesto de simpatía, un apretón de manos y una palabra cariñosa son, a menudo, más importantes que el deseo de participar en grandes campañas de solidaridad.
La vida cristiana no está hecha de personas que hacen poco, sino de personas que se empeñan a fondo – Santa Juana Molla
Vivir la fe de forma tibia, poco valor tiene. El cristianismo no es un regalo que se nos haya dado para disfrutar