Cuando a una amistad le ponemos fecha de caducidad, por los motivos que fuere, estamos desvirtuando su sentido auténtico. Porque un amigo de verdad lo es para siempre. Aunque haya encontronazos, momentos de duda y disgustos en las relaciones. Un amigo auténtico no nos hiere nunca, aunque pueda parecernos que sí. Las heridas que nos cause siempre son saludables y curables. Sus críticas nunca tienen maldad. A los amigos no se les quita y se los pone según nos venga bien. Es precisamente en las crisis donde se prueba si la amistad lo es o no.
El peldaño más bajo de esta decadencia moral es la soberbia. El hombre rico se viste como si fuera un rey, simula las maneras de un dios, olvidando que es simplemente mortal – Papa Francisco
La sociedad en la que estamos inmersos necesita personas humildes, serviciales y honestas. Sobran los soberbios que se consideran superiores a los