Tanto en los momentos en los que lo pasamos mal como en los que nos sentimos repletos de gozo por lo bien que nos van las cosas tenemos que ser conscientes de nuestra fragilidad humana. En uno y en otro caso se nos está sometiendo a pruebas en las que se nos mide nuestra fortaleza interior. Ni lo primero ha de llevarnos a la desesperación y la angustia ni lo segundo ha de infundirnos tanta exaltación que nos aparte de la realidad. Dios nos quiere como somos, con nuestros instantes de dolor y nuestros momentos de gloria. Que no perdamos el sentido de nuestra vida ni en caso ni en el otro.
No temo a lo que los hombres puedan hacerme por decir la verdad. Solo temo a lo que Dios me haría si mintiese – San Juan Bosco
Resulta muy fácil escabullirse entre las mentiras, las medias verdades y los silencios cómplices. Porque, a menudo por no decir siempre, decir