Normal es que, en ocasiones, nos sintamos desanimados para seguir bregando en la tarea diaria de ser mejores servidores de Dios y de los hermanos; mas no podemos perder nunca la esperanza en que, con la ayuda de quien todo lo puede, conseguiremos sortear esos baches para continuar por el camino correcto y llegar a la meta soñada. No perdamos nunca la esperanza, sino alimentémosla para que nos sintamos más fuertes.
¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno! – San Jerónimo
Es verdad que resulta más fácil predicar que dar trigo. Tenemos siempre preparado el consejo para los demás, pero nos olvidamos de