Nuestros silencios ante las injusticias que vemos por doquier y ante las muertes de seres humanos inocentes y la lapidación de la verdad y la negación del amor, nos hacen cómplices de esta podrida situación que domina nuestra sociedad. Los creyentes hemos de alzar nuestra voz, sin miedo, convencidos de que esto puede cambiar si nosotros asumimos que debemos predicar y vivir el Evangelio. Porque en nuestras manos, con nuestra palabra y nuestro ejemplo de vida, está el poder mejorar el mundo que nos rodea y hacerlo más humano y solidario.
Perdona para que se te perdone, olvida para que se te olvide – San Isidoro de Sevilla
¿Con qué razonamientos vamos a pedir ser perdonados si nosotros no somos capaces de perdonar? Injustos seremos si tenemos la osadía de