Nuestros silencios ante las injusticias que vemos por doquier y ante las muertes de seres humanos inocentes y la lapidación de la verdad y la negación del amor, nos hacen cómplices de esta podrida situación que domina nuestra sociedad. Los creyentes hemos de alzar nuestra voz, sin miedo, convencidos de que esto puede cambiar si nosotros asumimos que debemos predicar y vivir el Evangelio. Porque en nuestras manos, con nuestra palabra y nuestro ejemplo de vida, está el poder mejorar el mundo que nos rodea y hacerlo más humano y solidario.
Con esta arma le he quitado muchas almas al diablo – San Juan María Vianney (Santo cura de Ars)
Puede que a veces nos sintamos cansados de repetir las oraciones del rosario o que nos parezca su rezo algo monótono y