Las buenas obras que hagamos, que sean en silencio. Sin testigos. Sin alharacas. Que no sepa nuestra mano derecha lo que hace la izquierda. Anunciar a bombo y platillo que damos una limosna, o que ayudamos a resolver un problema, no está bien. El bien que se hace calladamente es el que tiene auténtico valor. Ante Dios y ante nuestras conciencias. Es lo que debe importarnos.
Para los cristianos no existen los hombres extraños. Nuestro prójimo es todo aquel que tenemos ante nosotros y que tiene necesidad de nosotros – Santa Edith Stein
Un creyente no puede cerrar los ojos ante las personas que están a su lado, sean ricas o pobres, sabias o ignorantes,