Practicar la caridad con quienes nos rodean requiere que seamos capaces de mostrarnos correctamente con ellos hasta en las cosas más triviales. Porque la auténtica caridad no consiste en actuar heroicos en determinados momentos, sino comprensivos, educados y serviciales permanentemente. Un gesto de simpatía, un apretón de manos y una palabra cariñosa son, a menudo, más importantes que el deseo de participar en grandes campañas de solidaridad.
Pidamos que el nombre de Dios sea santificado en nosotros por nuestra vida – San Pedro Crisólogo
Las palabras de alabanza al Señor nuestro Dios sirven de poco si no van acompañadas de los hechos de vida que demuestren