Todas las etapas de la vida de un ser humano tienen su belleza, sus peligros y sus gozos e ilusiones. Todas ellas deben ser asumidas por la sociedad con responsabilidad. Pero por ser las más débiles, los niños y los ancianos requieren una mayor atención. Como creyentes que somos está en nuestras manos prestarles un cuidado exquisito y protegerlos. Son parte viva de nuestra sociedad. Están llenos de una riqueza que nos viene bien proteger por todos los medios.
El gran peligro del cristiano es predicar y no practicar, creer, pero no vivir de acuerdo con lo que se cree – San Antonio de Padua
Es más fácil decir a los demás qué tienen que hacer para ser mejores que dar nosotros el paso para intentar ser