No solamente en los momentos difíciles de nuestra vida, sino siempre, el acudir a María para que nos ayude es un seguro que nos mantendrá firmes en la fe, sosegados ante los problemas cotidianos y reconfortados con nosotros mismos. Ella, que es madre nuestra, nunca nos dejará solos frente a los peligros, por muchos y grandes que éstos sean. Tengámoslo siempre presente en nuestros quehaceres.

Ponte primero a ti en paz, y después podrás apaciguar a los otros – Beato Tomás de Kempis
Si no estamos en paz con nosotros mismos, difícilmente podremos actuar como pacificadores de los otros. Porque únicamente quien vive interior y



