Lo esencial en la Navidad es comprender que Dios se vistió de nuestra carne por amor. Un amor que los que así lo creemos debemos transmitir a los que nos rodean. Todo lo demás es superfluo, aunque sea materialmente atractivo. No revistamos el pesebre de riquezas ni la sencillez de soberbia, porque el Niño que nos ha nacido solamente se alberga en el corazón de los que se muestran pobres y humildes, dispuestos a entregarse a Él.
¡Cómo paga el Señor la menor cosa que se hace por su amor! – Santa Maravillas de Jesús
No tengamos dudas: el Señor paga con creces. Siempre. Lo que hacemos por los demás, no queda sin recompensa. Nunca. Una palabra