Solemos ser propensos a guardar en nuestro interior y no olvidar los agravios que nos hacen. En cambio, a menudo damos poca importancia cuando nos hacen un bien. Es como si lo malo tuviera para nosotros más importancia que lo bueno. De igual forma nuestra relación con el Señor nos lleva frecuentemente a quejarnos de que no recibimos determinados favores y, en cambio, se nos dan penas, dolores y calamidades Nuestro egoísmo es un mal que haríamos bien en ir desterrando de nuestras vidas porque no se corresponde con lo que se nos enseña en el Evangelio.
La vida cristiana no está hecha de personas que hacen poco, sino de personas que se empeñan a fondo – Santa Juana Molla
Vivir la fe de forma tibia, poco valor tiene. El cristianismo no es un regalo que se nos haya dado para disfrutar