A menudo se nos llena la boca diciendo que amamos a Dios y a los hermanos para auto convencernos a nosotros mismos de que estamos en el buen camino y que hacemos lo correcto. Pero la realidad es que el amor verdadero no se basa en las palabras ni en las intenciones, sino en los hechos. Y amar de verdad es renunciar a las propias apetencias y a todos los egoísmos. Porque solamente puedo amar de verdad si soy capaz de renunciar a mí mismo para que el ser amado sea feliz, si no busco mis complacencias, sino la felicidad del otro. Como Dios quiere que le amemos en los demás.
Con su Ascensión, el Señor Resucitado atrae nuestra mirada al Cielo, para mostrarnos que la meta de nuestro camino es el Padre – Papa Francisco
Mirar al cielo, sí. Porque es donde queremos ir. Para estar con Dios. Para gozar con él eternamente. En la conmemoración de