No se concibe un santo apenado, mustio, sin alegría. Un cristiano nunca ha de estar triste. Porque la fe que profesamos tiene como estandarte a Cristo resucitado, con el que todos resucitaremos en su día. Nuestro Dios es el padre que nos ama, nos comprende y perdona. Un Dios alegre que nos llena de gozo inmenso. Por eso debemos estar siempre alegres.
María hace más simpático, más bello, más atrayente a Cristo – San Óscar Romero
María, madre de Cristo y madre de la iglesia de la que somos miembros, es la luz que nos alumbra cuando estamos