Un hijo siempre confía en su madre. Quienes tenemos la dicha de llamar a María madre sabemos que siempre podemos contar con su ayuda. Cuanta mayor sea nuestra confianza en ella, más seguros debemos sentirnos. Una madre nunca reniega de sus hijos, por muy díscolos que éstos sean. Ni los deja solos cuando están cerca de los peligros. Tampoco María dejará de protegernos si acudimos a ella. Nosotros somos débiles, pero tenemos la fortaleza de nuestra madre del cielo.
Nuestra perfección no consiste en hacer cosas extraordinarias sino en hacer perfecto lo ordinario – San Gabriel de la Dolorosa
Las cosas que debemos hacer cada día, la rutina incluso de cada instante de nuestra vida, son el camino por el que