¡Cuántas veces no nos atrevemos a dar determinados pasos, en la línea evangélica, porque nos atenazan los miedos a lo que puedan decir o pensar los demás! El cristiano ha de mostrar su valentía siempre y en todo lugar, haciendo oídos sordos a las lisonjas y a las burlas, a las amenazas y a los premios. Dejemos al lado los complejos por lo que puedan opinar sobre nosotros. Solamente debemos estar pendientes de agradar a Dios.
Un buen hombre no es un hombre perfecto; un buen hombre es aquel que es honesto, fiel y que responde sin dudar a la voz de Dios en su vida – San John Fisher
Mientras caminamos por este mundo, no nos martiricemos buscando la perfección. No la encontraremos, porque no existe. Ni en los otros ni