La misericordia de Dios es infinita. El mayor de los pecadores puede, con toda confianza, acudir a pedirle perdón, pues, si el arrepentimiento es sincero, será perdonado. Si, además, va protegido por María, la Madre del Señor, ella intervendrá ante su Hijo para que sea salvado pues no permitirá que los que acuden a ella queden desprotegidos. Ser sinceros devotos de la Virgen es un eficaz remedio que siempre nos protege.
Donde no hay amor, pon amor y sacarás amor – San Juan de la Cruz
Con el amor se puede transformar el corazón del hombre, que es el lugar de donde surgen las maldades humanas. A fuerza