Si de verdad amamos a Dios, si nos echamos en sus brazos sin miedo, aceptando hacer su voluntad, habremos conseguido inmunizarnos contra las apetencias mundanas. Porque solamente en Dios encontraremos la felicidad plena. Amándole a Él, todo lo demás nos sobrará y nos resultará muy fácil desprendernos de lo que no tiene valor. No equivoquemos, pues, nuestra meta, que es la que nos lleva a amar a Dios y a los hermanos, pues ésta es la voluntad del Señor para los que quieren ser fieles a Él.
La buena conciencia es tan alegre, que hace alegres todas las molestias de la vida – Fray Luis de Granada
La conciencia buena nos produce paz, interior y exterior, si actuamos conforme es nuestro deber como creyentes. Además de eso, nos sentimos