Acudamos a María. Ella es la madre amorosa dispuesta siempre a escucharnos y a acompañarnos en nuestros momentos de debilidad, en nuestras caídas, en nuestros infortunios. Nunca, nunca, seremos apartados de su cercanía ni despojados de su protección. En ella tenemos la protectora permanente que nos acerca a Dios y nos reconcilia con Él cada vez que estamos necesitados de ello.
Por mucho que se diga, el corazón habla al corazón, mientras que la lengua no habla más que a los oídos – San Francisco de Sales
Lo que tiene auténtico valor en la vida del creyente es lo que sale del corazón. Porque las palabras, en ocasiones son