Los cristianos estamos llamados a amar a todos los hombres, porque en cada uno de ellos está Dios. Cada obra, por sencilla que sea, que hagamos con cada persona, recibirá su recompensa. Jesús nos espera en los pobres, en los enfermos, en los que está en la cárcel, en los desterrados, en los que son perseguidos… También en el vecino del al lado que nos resulta antipático. Aprendamos a ver el rostro de Cristo en cada uno de ellos.
En estrecha cercanía con las virtudes ya recordadas, está la misericordia. Ella es buenísima, y muy agradable a Dios, y adecuada en sumo grado para las almas pías – San Cirilo de Alejandría
Dios es misericordioso con todas y cada una de las personas. Porque todas hemos sido creadas a su imagen y semejanza. Y