Mirar al cielo, sí. Porque es donde queremos ir. Para estar con Dios. Para gozar con él eternamente. En la conmemoración de la Ascensión del Señor celebramos también que nosotros estamos llamados a dejar este mundo terrenal para resucitar a la vida verdadera, la que no tiene fin. Y llegaremos a ella no por nuestros propios méritos, sino por los méritos de quien murió por nosotros y con su muerte nos rescató. Por eso conviene que dediquemos más tiempo en esta etapa terrenal a aspirar a la otra vida y a hacer méritos para llegar con el mejor equipaje posible.
¡Qué curioso maestro el que, con el estómago lleno, diserta sobre el ayuno! – San Jerónimo
Es verdad que resulta más fácil predicar que dar trigo. Tenemos siempre preparado el consejo para los demás, pero nos olvidamos de