Cuando nuestros pensamientos o nuestros actos no son buenos, nos remuerde la conciencia. Nos sentimos intranquilos. Con pesadumbre. Tristes. En el fondo lo que nos sucede es que reconocemos que no hemos sido fieles al amor de Dios. Esto nos quita alegría. Pero si somos capaces de reconocer nuestros yerros, y nos ponemos en disposición para corregirlos, volverá a nosotros la alegría. Es la mejor prueba de que nos sentimos en paz con nosotros mismos.
Jamás debe un pecador temer ser rechazado por María si recurre a su piedad, porque ella es la madre de la misericordia – San Alfonso María de Ligorio
Estamos hechos de naturaleza humana. Por lo tanto, estamos sometidos a todas las imperfecciones. Resulta muy fácil caer en el pecado, abandonar