Sólo Tú, Señor, puedes transformar nuestros corazones para que sepamos vivir en paz, para que no tengamos miedo a ser delatados como siervos tuyos, para que la alegría de la fe en ti nos empape. Sólo Tú puedes liberarnos de las esclavitudes mundanas y de los egoísmos aniquiladores de la persona. Que perdamos el miedo a gritar con los niños judíos que acudieron a recibirte con palmas y ramos: ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! Que comprendamos que solo Tú eres la fuente de la que mana la alegría plena.
No seáis nunca hombres y mujeres tristes: un cristiano jamás puede serlo. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nuestra alegría no es algo que nace de tener tantas cosas, sino de haber encontrado a una persona, Jesús; que está entre nosotros. – Papa Francisco
No nos quieres tristes ni amargados. Tú, Señor, buscas que nuestros corazones estén siempre alegres, que seamos cristianos que sabemos vivir el