Nuestros silencios ante las injusticias que vemos por doquier y ante las muertes de seres humanos inocentes y la lapidación de la verdad y la negación del amor, nos hacen cómplices de esta podrida situación que domina nuestra sociedad. Los creyentes hemos de alzar nuestra voz, sin miedo, convencidos de que esto puede cambiar si nosotros asumimos que debemos predicar y vivir el Evangelio. Porque en nuestras manos, con nuestra palabra y nuestro ejemplo de vida, está el poder mejorar el mundo que nos rodea y hacerlo más humano y solidario.
Solo el corazón humilde puede entrar en el Sagrado Corazón de Jesús, conversar con Él, amarle y ser amado de Él – Santa Margarita María de Alacoque
Sed mansos y humildes, nos dice el Señor. Para acercarnos a Él, hemos de dejar fuera de nosotros la soberbia, esa lacra