Como creyentes en Cristo, estamos llamados a sembrar el bien en este mundo en el que hemos sido colocados por Dios. Si realmente cumplimos lo que se nos ha mandado, ayudaremos a que quienes nos rodean sean un poco mejores. De esta manera habrá más felicidad aquí abajo. Debemos convencernos de que todo se puede mejorar. Con nuestro esfuerzo, podemos hacer mucho en este campo. Una sonrisa a quien nos mira mal, un apretón de manos a quien no nos cae bien, una ayuda desinteresada al que lo necesita… son gestos que hacen más habitable nuestro entorno.
Por más comunes que sean las culpas de un hombre, son limitadas; mientras que la misericordia de Dios es sin límites – San Óscar Romero
Nunca debemos cansarnos de pedir perdón a Dios por nuestros fallos. Porque siempre lo obtendremos. Su misericordia es infinita y, como Padre