Que no se nos olvide nunca que Dios es un padre lleno de amor. En Él podemos depositar toda nuestra confianza. Sin vergüenza. Sin temor alguno. Nunca seremos abandonados, si acudimos a pedirle ayuda. Aunque estemos cargados de miserias, si reconocemos nuestras fragilidades, obtendremos siempre su perdón. Corramos a sus brazos, convencidos de que su amor es infinito y que nos perdonará, por muy mal que nos hayamos portado. Nuestra alegría ha de ser inmensa porque somos privilegiados al tener a Dios por Padre nuestro.
La culpa no está en el sentimiento, sino en el consentimiento – San Bernardo
Somos tentados de mil maneras para que nos apartemos de la senda correcta, que es la que nos lleva a Dios. Únicamente