Marcos 9, 2-10

Facebook
WhatsApp
Twitter
Pinterest

Este es mi Hijo, el amado

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les parecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús:

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:

«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía qué decir, pues estaban asustados.

Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube: «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Esto se les quedo grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Anteriores

Juan 8, 21-30

Juan 8, 21-30

En aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: «Yo me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy

Juan 8, 1-11

Juan 8, 1-11

En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo, y todo

Juan 11, 1-45

Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús, diciendo: «Señor, el que tú amas está enfermo». Jesús, al

Lucas 1, 26-38

Lucas 1, 26-38

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con