Cuánta paciencia tienes con nosotros, Jesús. No te cansas nunca de nuestras mentiras, nuestros engaños, nuestros egoísmos, nuestras infidelidades. Sabes que somos débiles, que caemos una y otra vez. Nos aceptas como somos y siempre nos esperas. Quieres que volvamos a confiar en ti, que acudamos a tu lado, que nos levantemos del barro que nos envuelve. Gracias por tu inmensa misericordia, por aguantarnos con tanta miseria como llevamos. Perdónanos. Agárranos con tus manos para que podamos caminar con más seguridad y caernos menos veces.
Pidamos que el nombre de Dios sea santificado en nosotros por nuestra vida – San Pedro Crisólogo
Las palabras de alabanza al Señor nuestro Dios sirven de poco si no van acompañadas de los hechos de vida que demuestren