Santa Leocricia nació en el seno de una noble familia cordobesa cuyos padres eran de religión musulmana. Sin embargo, una monja pariente suya, de nombre Liliosa, la hizo bautizar en secreto y la adoctrinó en la fe católica.
Con el paso de los años la joven empezó a practicar públicamente su fe a pesar de las amonestaciones y castigos de sus padres. Finalmente, se decidió a consultar su caso por medio de tercera persona con el presbítero Eulogio, quien le aconsejó abandonar el hogar paterno. Durante unos días Leocricia disimuló su fe cristiana, pareciendo seguir el consejo de sus padres, y, aprovechando su salida de casa con motivo de unas bodas, se acogió a la protección de Eulogio y su hermana Anulo. Eulogio se encargó de buscarle varios domicilios cristianos para que no pudiera ser hallada por sus padres, que no cejaron en su empeño de buscarla en todas las casas de cristianos cordobeses y en las iglesias y monasterios de la ciudad. Una noche Leocricia, deseosa de ver a Anulo, marchó a casa de Eulogio, donde fueron sorprendidos por una delación. Eulogio, acusado de encubrir a la joven, fue condenado a muerte y ejecutado; cuatro días después sufrió la misma pena Leocricia, siendo su cadáver arrojado al Guadalquivir.
Recuperado por los cristianos, recibió sepultura en la iglesia de San Ginés, en el arrabal de Tercios.
Otros santos del día:
• En Pario, en el Helesponto, en la actual Turquía, san Menigno, batanero, el cual, según la tradición, padeció bajo el emperador Decio († hacia el año 250).
• En la ciudad de Coria, en la provincia hispánica de Lusitania, hoy provincia de Cáceres, santa Vicenta, virgen y mártir († 424).
• En Roma, san Zacarías, papa, que con suma vigilancia y prudencia gobernó la Iglesia de Dios, frenando el ímpetu de los lombardos, indicando el recto orden a los francos, proveyendo de iglesias a los germanos y procurando el entendimiento con los griegos († 752).
• Cerca de Burgos, en la región de Castilla, en España, san Sisebuto, abad de Cardeña († 1086).
• En York, en Inglaterra, beato Guillermo Hart, presbítero y mártir, el cual, ordenado en el Colegio Romano de los Ingleses, en tiempo de la reina Isabel I fue ahorcado y descuartizado por haber persuadido a algunos a abrazar la fe católica († 1583).
• En Viena, en Austria, san Clemente María Hofbauer, presbítero de la Congregación del Santísimo Redentor, que trabajó admirablemente por la propagación de la fe y por la reforma de la disciplina eclesiástica. Preclaro tanto por su ingenio como por sus virtudes, impulsó a no pocos varones prestigiosos en las ciencias y en las artes a entrar en la Iglesia († 1820).
• En Madrid, España, beato Pío Conde Conde, presbítero de la Sociedad Salesiana y mártir, que durante la persecución religiosa fue fusilado por odio a su sacerdocio († 1936).
• En Przemysl, ciudad de Polonia, beato Juan Adalberto Balicki, presbítero, que se dedicó con ardor al ejercicio de su ministerio en favor del pueblo de Dios, demostrando una especial disposición para predicar el Evangelio y asistir a las jóvenes descarriadas († 1948).
• En la ciudad de Viedma, en la República Argentina, beato Artémides Zatti, religioso de la Sociedad de San Francisco de Sales, que se distinguió por su celo misionero y, estableciéndose en la Patagonia, pasó toda su vida en un hospital de esa región, ayudando con fortaleza de ánimo, paciencia y humildad a los necesitados († 1951).
(Del Martirologio Romano)