San David Galván nació en Guadalajara (Méjico) en 1881. En esta misma ciudad fue fusilado en 1915, sin juicio alguno. De joven trabajó como zapatero, para ayudar a su padre. Ingresó en el seminario, que abandonó durante tres años, regresando después, siendo ordenado sacerdote. Fue profesor, capellán y vicario parroquial. Su alimentación y su forma de vestir eran sumamente sencillas; socorría a los pobres; instruía a los ignorantes; procuraba medicina a los enfermos y era generoso con los necesitados. Durante la revolución carrancista, fue apresado por ser sacerdote y conducido a Guadalajara; finalmente se le puso en libertad. El 30 de enero de 1915 hubo, en el centro de Guadalajara, un enfrentamiento entre villistas y carrancistas. En las calles quedaron tirados gran cantidad de heridos y muertos. Al enterarse el P. Galván, buscó un compañero que le ayudara y se fueron a auxiliar a los caídos. En el camino, un grupo de militares los prendieron y los llevaron ante un teniente, quien ordenó que los fusilaran. Este militar le guardaba rencor porque le había impedido seducir y raptar a una joven, por lo que, al darse cuenta de que lo tenía en sus manos, ordenó se le fusilara. En esta determinación había dos móviles: el odio al sacerdote, característica de esta revolución, y el deseo de venganza porque había sido contrariado en sus malos deseos. Se colocó con toda valentía ante el pelotón de fusilamiento, tras haber repartido lo que llevaba encima, y murió por varios impactos de bala.
Otros santos del día:
• En Jerusalén, san Matías, obispo, que, después de soportar muchas contradicciones por Cristo, descansó en paz († s. II).
• En Edessa, de Osroene (hoy Turquía), san Barsimeo, obispo, que en tiempo del emperador Decio fue azotado por su fe en Cristo, pero, terminada la persecución y liberado de la cárcel, dedicó el resto de su vida a gobernar con total entrega la Iglesia que tenía encomendada († s. III).
• En Roma, conmemoración de santa Martina, a quien el papa Dono dedicó una basílica a su nombre en el foro romano († 677).
• En el monasterio de Chelle, en el territorio de París, en la Galia (hoy Francia), santa Batilde, que, siendo reina, fundó un cenobio bajo la Regla de san Benito, al estilo del monasterio de Luxeuil, y a la muerte de su esposo, Clodoveo II, gobernó el reino de los francos. Cuando su hijo asumió el poder, se retiró al citado monasterio, viviendo hasta el fin de sus días bajo la observancia de la Regla († 680).
• En el monasterio de Maubeuge, en Neustria (hoy Francia), santa Aldegunda, abadesa, en tiempo del rey Dagoberto († hacia el año 684).
• En la ciudad de Pavía, en la Lombardía (hoy Italia), san Armentario, obispo, que colocó solemnemente en la basílica de San Pedro in Cælo Aureo el cuerpo de san Agustín, trasladado por el rey Liutprando (Después del año 731).
• Pasión de san Teófilo, apellidado el Joven, mártir, que, siendo prefecto de la armada cristiana, fue apresado en Chipre y conducido a la presencia de Harun ar-Rashid, califa supremo de los sarracenos, y, dado que ni las amenazas ni las promesas pudieron hacerle apostatar de Cristo, fue herido de muerte con la espada († 792).
• En la ciudad de Burgos, en Castilla la Vieja, región de España, san Adelelmo, o Lesmes, abad, que convirtió en monasterio la capilla de San Juan y el hospital de pobres contiguo († 1097).
• En Dublín, ciudad de Irlanda, tránsito del beato Francisco Taylor, mártir, el cual, siendo padre de familia, pasó siete años en la cárcel por razón de su fe católica, y, después de soportar tribulaciones y ancianidad, terminó su martirio bajo el reinado de Jacobo I († 1584).
• En Kumamoto, ciudad de Jap´òn, beatos mártires Ogasawara Yosaburo Gen’ya, su esposa Ogasawara Miya Luisa, con nueve hijos y cuatro servidores de la familia Ogasawara († 1636).
• En la ciudad de Viterbo, en el Lacio (hoy Italia), santa Jacinta Mariscotti, virgen, de la Tercera Orden Regular de San Francisco, la cual, después de perder quince años entregada a vanos deleites, abrazó con ardor la conversión y promovió confraternidades para consolar a los ancianos, fomentando el culto a la Eucaristía († 1640).
• En Turín, ciudad del Piamonte, en Italia, beato Sebastián Valfré, presbítero de la Congregación del Oratorio, que con su entrega desinteresada ayudó a pobres, enfermos y encarcelados, y condujo a muchos hacia Cristo con su amistad y su eximia caridad († 1710).
• En la ciudad de Seúl, en Corea, san Pablo Ho Hyob, mártir, que, siendo soldado, fue encarcelado por confesarse cristiano y, sometido a tormento, sus fuerzas cedieron y pareció que se retractaba, pero, arrepentido, él mismo se presentó ante el juez confirmando su fe en Cristo, por lo cual, encarcelado de nuevo, después de largo tiempo falleció a consecuencia de los golpes recibidos († 1840).
• En Tonquín (hoy Vietnam), santo Tomás Khuong, presbítero y mártir, que, en la persecución bajo el emperador Tu Duc, confesó con gran fuerza de ánimo que era cristiano y, encarcelado, de rodillas ante la cruz, fue decapitado con un hacha († 1860).
• En Malonne, lugar de Bélgica, san Muciano María Viaux, de los Hermanos de las Escuelas Cristianas, que dedicó toda su vida con constancia y generosidad a la formación de los jóvenes († 1917).
• En el monasterio de san Benito de Maredsous, también en Bélgica, beato Columba (José) Marmión, que, nacido en Irlanda y ordenado sacerdote, llegó a ser abad de aquel monasterio benedictino, donde se distinguió como padre del cenobio, guía de almas en el camino de la santidad y por su riqueza en doctrina espiritual y elocuencia († 1923).
• En la villa de Torrent, en España, beata Carmela García Moyón, mártir, maestra de la doctrina cristiana, que en la cruel persecución religiosa fue violada y quemada viva por causa de su fe en Cristo († 1937).
• En la ciudad de Gdeszyn, en Polonia, beato Segismundo Pisarski, presbítero y mártir, que, durante la guerra, por no renunciar a su fe ante los perseguidores, fue fusilado junto a su parroquia († 1943).
• En Rovigo, Italia, Beata María Bolognesi, mística, que ofreció sus sufrimientos físicos y espirituales para la salvación del prójimo dando ejemplo de una extraordinaria aceptación y confianza en los designios de Dios. († 1980)
(Del Martirologio Romano)