El Papa Francisco, en el vídeo del mes de marzo que contiene su intención de oración, grabado antes de ingresar en el hospital Gemelli, de Roma, pide rezar: “para que las familias divididas encuentren en el perdón la curación de sus heridas, redescubriendo, incluso en sus diferencias, las riquezas de cada uno”.
La intención de oración del Papa para el mes de marzo son las familias en crisis, algo cada vez más presente en la sociedad actual ya que en los divorcios y separaciones superan a los matrimonios en muchos países.
En el video aparecen escenas de la vida cotidiana de muchas familias: Portazos, gritos delante de los niños, discusiones a voces entre padres e hijos, enfrentamientos entre hermanos y hermanas. Dice el Papa que todas las familias tienen sus penas, alegrías y también momentos de crisis. “Todos soñamos con una familia linda, perfecta. Pero no existen las familias perfectas”, afirma el Pontífice. Los conflictos en el seno de las familias se originan a menudo en las diferencias entre sus miembros. Por ello es imprescindible saber respetar y valorar a cada persona, con la convicción de que todos tienen algo que aportar a la unión familiar.
Cuando los conflictos producen profundas heridas, “la mejor medicina para curar el dolor de una familia herida es el perdón”, dice el Santo Padre. Si se da otra posibilidad, como hace Dios con nosotros, “el perdón renueva la familia y hace mirar adelante con esperanza”. Incluso en los casos en los que no se puede recuperar la unión familiar, cuando “no es posible el ‘final feliz’ que nosotros quisiéramos”, el perdón libera de la tristeza y del rencor.
Texto íntegro
“Todos soñamos con una familia linda, perfecta. Pero no existen las familias perfectas. Cada familia tiene sus problemas, y también sus grandes alegrías.
En la familia, cada persona es valiosa porque es distinta a las demás, cada persona es única. Pero las diferencias también pueden provocar conflictos y heridas dolorosas.
Y la mejor medicina para curar el dolor de una familia herida es el perdón. Perdonar significa dar otra posibilidad. Dios hace eso con nosotros todo el tiempo. La paciencia de Dios es infinita: Él nos perdona, nos levanta, nos hace empezar de nuevo. El perdón renueva siempre la familia, hace mirar adelante con esperanza.
Incluso cuando no es posible el “final feliz” que nosotros quisiéramos, la gracia de Dios nos da fuerza para perdonar y trae paz, porque libera de la tristeza y, sobre todo, del rencor.
Oremos para que las familias divididas encuentren en el perdón la curación de sus heridas, redescubriendo, incluso en sus diferencias, las riquezas de cada uno”.